La gira gigante de Coque Malla
Coque ha bautizado a su gira como gigante, pero cuando empiezan a sonar los primeros acordes de Hasta el final, el tema inaugural de la noche y del nuevo trabajo titulado La hora de los gigantes, desde el público te das cuenta de que la palabra gigante se queda corta. Inmensa quizá le haría más justicia. Inmenso también es Nico Nieto, el guitarrista que le acompaña a los largo de esta gira de conciertos. Y no sólo por su altura, imponente, por cierto, sino por su maestría a las cuerdas. Solos los dos sobre el escenario, sin artificios ni grandes alardes, lo que lejos de ser una propuesta sencilla, es una práctica de alto riesgo para un artista: un escenario puede convertirse en esos momentos en una trampa que te engulla sin piedad, y para poder ganarse a la gente que está observando desde allí abajo son necesarias altas dosis de talento, pero también de carisma. Afortunadamente Coque Malla anda sobrado de ambas, y el sábado lo demostró con creces. Cuando barre la sala con la mirada resulta casi hipnótico, y es inevitable caer rendido al encanto que destila tras su guitarra acústica, y una voz que ha mejorado notablemente a lo largo de su carrera. El ruido al golpear de los tacones de las botas eran la percusión perfecta para acompañar a las canciones que nos ofreció en una velada de lujo.
Poco a poco, en la primera parte del concierto, se fueron asomando por riguroso orden los cortes que componen este último disco, donde She’s my baby hace que el ambiente se anime, aparece El sombrero de aquel disco llamado Sueños, para llegar a un tema delicado y personal como es Berlín, canción que recuerda a los momentos más inspirados de otro grande como es Iván Ferreiro.
Antes de que hicieran aparición las canciones de los Ronaldos, Coque jugó con el público con un tema nuevo llamado Despierto, pidiendo que todos los presentes sustituyeran los metales de la canción con nuestras gargantas, consiguiendo uno de los momentos más bonitos con diferencia del concierto, uno de esos que te dejan un dulce sabor de boca.
Continuó con Saca la lengua para bailar, Hace tiempo, que posiblemente sea mi canción predilecta de La hora de los gigantes, ¿Qué será de nosotros? de ese primer Soy un astronauta más (definido por él mismo como un disco pornográfico, por todo lo que enseña del propio Coque), El final, y Cuídate, para irnos a un bis intenso donde los haya. Mi casa, un tema “raro” de los Ronaldos, según sus propias palabras, Mentiras, La hora de los gigantes, y los versos directos que te dicen que no pidas permiso pusieron el broche a una hermosa noche, que esperemos se repita pronto en nuestra ciudad, tal y como prometió sobre las tablas de la Casa del Loco.
Haber escrito estas líneas sin referirse a Coque Malla “ex-vocalista de los Ronaldos” no es casual: es la prueba de que hay vida para un artista después del éxito de su banda, y que además esa vida nos regala grandes discos que se ganan con honores un hueco en la estantería de cualquier amante de la música que se precie.













Gracias, chaval. Muy bonito.